Como todos en Nuestra América sabemos [y claramente padecemos] el imperialismo yanqui ha impuesto la mayor militarización de los Estados lacayos bajo su control. Esta necesidad, así como la tendencia hacia la facistización y reaccionarización de los regímenes bajo su férula, nace del temor que tiene el imperialismo ante su crisis general y el crecimiento en las luchas de los pueblos en el mundo. Lo anterior aplica no solamente al exterior de las potencias imperialistas, sino también en su interior. Citando un artículo de A Nova Democracia que recientemente compartimos: “De ahí los reflejos políticos percibidos año tras año. Sabiendo que la crisis no resuelta de su régimen tiende a despertar levantamientos cada vez más poderosos de las masas populares, como ha ocurrido incesantemente en los últimos años, las clases dominantes utilizan la represión como única alternativa. Sólo en los dos últimos años, países como Francia o el Reino Unido han utilizado o han adelantado medidas y proyectos de ley para restringir derechos tan básicos como huelga y manifestaciones populares callejeras. En toda Europa, la militarización avanza a un ritmo rápido: además de aumentar el presupuesto militar, organizaciones como la OTAN dieron la bienvenida a Finlandia como nuevos miembros en 2023.”
Ahora tenemos como expresión ejemplar de esta tendencia militarista en los EE.UU. el proyecto de la denominada “Cop City” (Ciudad Policíaca), que no es otra cosa que la imposición de un megaproyecto en el bosque Weelaunee, Atlanta, para construir un moderno de un campo de entrenamiento policial con un costo superior a 90 millones dólares.
La policía del Estado Georgia y especialmente de Atlanta fue el testigo incómodo de las movilizaciones de 2020 en contra del racismo y la violencia policial, las cuales aumentaron después de conocerse la noticia del asesinato de Georges Flyod, quien fuera asfixiandolo públicamente por la policía racista hasta su muerte. Como las masas se lazaron con furia, el miedo de la poli creció desbordantemente.
En Atlanta este movimiento sigue aumentando después del asesinato de Rayshard Brooks, otro trabajador negro masacrado por la policía durante una detención, en cual Brooks resistió intentando evitar ser torturado con un Taser. Le asesinaron con múltiples balas mientras intentaba huir.
Estas luchas y la resistencia de las masas en las calles han rebasado a la policía una y otra vez y son la justificación del Estado imperialista gringo para construir el complejo del “Atlanta Public Safety Training Center” (Centro de Capacitación por la Seguridad Pública Atlanta) en el bosque, al sur de la ciudad que en su historia cuenta no solamente con el genocidio y desplazamiento forzado en contra del pueblo muscogui , sino que también sirvió como latifundio esclavista y más tarde como prisión que desarrolló un nuevo sistema esclavista de trabajos forzados por casi todo el siglo XX. La construcción planificada incluye un helipuerto y la recreación de una parte de la ciudad donde entrenarán en la contrainsurgencia a las policías simulando enfrentamientos armados en un contexto urbano.
El pueblo de Atlanta inmediatamente se ha puesto de pie en contra de este proyecto, uniendo diferentes iniciativas contra la formación de un Estado policial y la militarización interna. Las diferentes agendas en protección del bosque, contra la gentrificación, la violencia policial, etc. han unido gran variedad de grupos heterogéneos e individuos que ya desarrollan diversas campañas con lucha de masas que van desde ocupar partes del bosque, hasta la realización de marchas y sabotaje contra maquinarias y equipos de las constructoras del megaproyecto, luego de lo cual el FBI y la policía han realizado cateos y redadas en medio de operativos espectaculares como sacados de una película gringa.
Esto último nos da un panorama exacto del carácter anti-democrático del proyecto y confirma la vocación reaccionaria del gobierno gringo, quien amenaza con destruir el tejido social y la paz de las comunidades afroamericanas alrededor del lugar, y de la misma población originaria del bosque. De la misma manera, más de 116,000 firmas (más que el doble de los votos que el gobernador de Atlanta recibió en la elección pasada) fueron ignoradas por ser “tarde”, aunque un juez había ordenado una prorroga en la búsqueda de firmas que se oponen al proyecto. Partes del movimiento subrayaron :
“Vale la pena anotar que, mientras en tiempos de paz social las autoridades supuestamente saludarían la oportunidad de canalizar un movimiento combativo al reformismo electoral, en este caso, no estuvieron dispuestos a dar compromiso, ni dando a los ciudadanos el chance de ejercer su derecho legal.”
La oposición a este megaproyecto ha dejado algunos costos, al momento 61 activistas se encuentran acusados en un proceso penal basado en leyes “RICO” aprobadas en los 70 en contra de la delincuencia organizada. Son acusados de formar parte de una “organización en los hechos” y no de un movimiento, ademas el Estado considera a esta “organización” como criminal por el simple hecho de protestar bajo consignas comunes o nombres de iniciativas como “Alto a la Ciudad Policíaca” o “Defender el bosque de Atlanta”. Cuarenta y dos de estos se encuentran acusados de terrorismo doméstico por participar en marchas o campamentos, muchos de ellos también se encuentran imputados dentro del primer proceso. Entre ellos Víctor Puertas aún está detenido en prisión preventiva desde hace más de un año, también amenazado con deportación a su país de nacimiento, Perú.
La represión ha alcanzado momentos dramáticos, como el 18 de enero 2023 cuando asesinaron al joven activista venezolano Manuel Esteban Paez Terán, de 26 años, conocido como “Tortuguita”. La policía sostiene que él inició el enfrentamiento disparando en contra de estos; sin embargo, las indagatorias revelan que fue sometido en su casa de campaña, obligado a colocar manos arriba mientras la policía lo acribilló con 57 disparos de arma de fuego; el cadáver no presentaba residuos de pólvora en sus manos o brazos.
Recientemente el día 8 de febrero arrestaron a un activista de nombre John "Jacobo" Mazurek, acusado de estar involucrado en la quema de 8 motocicletas policíacas. El movimiento dio respuesta quemando otro coche policial en el barrio del arresto tres días después. Este espíritu también se refleja en una consigna del movimiento que dice: “¡Si lo construyen, lo quemaremos!”
Por el momento el Estado logró la evicción del bosque y ha comenzado la construcción del “Cop City”, pero la lucha sigue y aún no está perdida. Que la construcción del complejo ya tiene un avance de 70% de cumplimiento, de que habla el Estado, es mentira y propaganda para desinformar. Fotos tomando los fines de enero lo prueban:
Es obvio y bien entendido por el movimiento que el proyecto de la “Ciudad Policial” tiene relevancia también fuera de Atlanta. Citando a un representante de la Casa Blanca, que considera “ejemplar” este megaproyecto que a Biden le “gustaría ver emulado por otros municipios” es una prueba de que se trata de un proyecto piloto; por eso en otros estados del país hay protestas y acciones de sabotaje contra empresas monopolistas y la administración pública.
Muchos grupos en las protestas denuncian el papel del imperialismo yanqui en la militarización y las guerras en contra de los pueblos en todo el mundo, ahora especialmente el entrenamiento de los cerdos sionistas y la participación gringa en el genocidio en Palestina. Cada vez es más frecuente observar las reivindicaciones en favor de la heroica resistencia nacional palestina con consignas y banderas presentes en las manifestaciones contra “Cop City”.
La tendencia hacia la formación de un Estado policial y la militarización en el corazón de la bestia yanqui imperialista muestra la gravedad de su crisis. Su máscara democrática se está cayendo a pedazos. El imperialismo yanqui quiere salvarse ahogando en sangre la rebelión de las masas, pero fracasarán y serán barridos por esta. Saludamos la resistencia del pueblo en los EE.UU. luchando contra la misma bestia lado a lado con los pueblos oprimidos del mundo.
¡Abajo “Cop City”!
¡Presos políticos, libertad!
¡Justicia para Tortuguita!