Fue ampliamente conocido cómo se inmoló el especialista en operaciones de defensa cibernética Aaron Bushnell, un miembro activo de la Fuerza Aérea estadounidense de 25 años, como acto de protesta en contra del genocidio que el sionismo de Israel ejecuta en Palestina, patrocinado principalmente por el imperialismo yanqui.
El joven, que transmitió todo en vivo, dijo a la cámara de su celular: «Me llamo Aaron Bushnell. Soy miembro en activo de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y no voy a seguir siendo cómplice de un genocidio. Estoy a punto de participar en un acto extremo de protesta, pero comparado con lo que la gente ha estado experimentando en Palestina a manos de sus colonizadores, no es extremo en absoluto. Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que sea normal.», todo esto mientras caminaba hasta el frente a la embajada de Israel en Washington para segundos después, rociarse el cuerpo con algún combustible y prenderse fuego mientras se escuchaba su grito repetido y agónico de «¡Palestina Libre!», a la vez que estaba siendo apuntado con un arma de fuego por un guardia, que ni siquiera intentó apagarlo. Hay que recordar que, en diciembre del 2023, otro manifestante se inmoló frente al consulado israelí en Atlanta, Georgia, sitio en el que se encontró una bandera palestina como parte de la protesta.
Este tipo de acciones individuales, expresan una profunda inconformidad con lo que está sucediendo en un momento dado, en este caso, evidencia el rechazo al genocidio contra el pueblo de Palestina; pero también, es una expresión del desespero individual que puede llegar a causar una matanza como la que está cometiendo el sionismo y el imperialismo yanqui. Lo peculiar en este caso, es que lo haga un militar activo de las fuerzas armadas estadounidenses, que participan en la ejecución de la masacre contra la Franja de Gaza y otros países de la zona, lo que demuestra que no existe una férrea unidad de voluntad, ni de acción al interior de esas fuerzas armadas criminales de los genocidas yanquis. El espíritu de “unidad férrea” de las fuerzas armadas imperialistas que intentan difundir en los grandes medios de comunicación, es falsa, pues, mientras los altos mandos políticos y militares envían a cometer crímenes de lesa humanidad a sus tropas, dentro de ellas, crece el descontento y la indignación por ser enviados a asesinar a personas inocentes a lo largo y ancho del Medio Oriente, especialmente en Palestina. Si bien, no se puede afirmar que se han generalizado este tipo de actos, o que la tropa está insubordinada, sí es muy diciente que un militar como Aaron Bushnell haya tomado la decisión de acabar con su vida de esa forma.
La rebeldía y la desobediencia debe crecer entre la tropa a la hora de que sean enviados a acabar con la vida de miles de inocentes, negándose a cumplir las órdenes de sus superiores si ponen en peligro la vida del pueblo desarmado. Esto es posible porque aún dentro de las instituciones militares del Estado burgués, existe la lucha de clases que se refleja en la profunda contradicción que se genera cuando un puñado de altos mandos que viven a sus anchas, con privilegios, buena comida y vestido, horarios de trabajo preferenciales, etc., en oposición, a la mayoría de las filas de los ejércitos burgueses en las que cientos de miles de soldados son enviados al campo de operaciones a exponer sus vidas a cambio de muy poco y a defender unos intereses de clase que no los representan. ¡La rebelión se justifica!, aún en el interior de las fuerzas armadas reaccionarias y enemigas al proletariado revolucionario en las que se debe bregar a dividir sus filas, quebrar su espíritu de lucha y hacer caer en cuenta que lo que están haciendo es una carnicería sin control contra el pueblo inocente.
Otras formas en que los militares pueden manifestar el descontento con el genocidio que el sionismo de Israel está cometiendo en Palestina, puede ser, actuando de forma clandestina enviando armas de uso militar a la resistencia en Palestina, hackeando las comunicaciones de las potencias involucradas en la matanza contra el pueblo, compartiendo información valiosa a los revolucionarios o si se quiere, volteando sus fusiles contra los altos mandos militares, o simplemente, negándose a halar el gatillo contra el pueblo inocente.
En las propias filas de las fuerzas armadas enemigas al proletariado, es necesario que los revolucionarios hagan trabajo político de organización revolucionaria, conformando células políticas pro-Partido que sirvan a la construcción de esa organización revolucionaria que tanto necesita la clase obrera en Colombia. Les toca a los comunistas hacer consciente con la ciencia del proletariado, la rebeldía espontanea de las masas, para que en vez de que los soldados y policías se inmolen, se genere un gran movimiento masivo, político y militar de organización revolucionaria en los ejércitos de las clases reaccionarias que sirva a la destrucción violenta del Estado burgués-terrateniente para construir sobre sus ruinas el nuevo Estado de obreros y campesinos, en los que las masas armadas serán las que decidan por sí mismas, el destino de esa nueva sociedad socialista.